Costas de lodo en los Países Bajos

Tenía estas fotos guardadas en el álbum de mis vacaciones de 2019 y hoy decido publicarlas, siguiendo la promesa que hice de compartir mis escapadas de verano.

La verdad, me lo pensé bastante antes de hacerlo, porque la imagen que ahí presento es una imagen que ya no corresponde a la mujer que soy actualmente, sino que se trata de una mujer que todavía muestra los signos evidentes de haber pasado por un embarazo y, claro está, de haber dado a luz.

Al abrir el álbum, yo misma me sorprendí al verme... Nos remontamos a junio... Pareciera hubiera transcurrido una eternidad y me dije que estaba "mucho más gorda", que todavía, incluso, se apreciaba la retención de líquidos en mi cuerpo.

Es por ello que había dejado las fotografías "ahí, aparcadas"...

Pero hoy, nuevamente, pasaron ante mis ojos y hoy me dije que porqué no...; porqué no mostrar, con la cabeza bien alta, lo que, también, una madre es.

Porque esto también es ser madre: el lugar, el espacio donde se forma y da lugar a una vida que, tan sólo unos meses después, se convertirá en tu razón de existencia.

Y, si eso es así, todo vale la pena. Vale la pena los kilos de más, la retención de líquidos, el cansancio generalizado que se arrastra durante meses y hasta el esfuerzo titánico que se tiene que hacer para volver a "recuperar la forma".

Soy mamá y tan sólo una de sus sonrisas bien recompensa lo perdido...

Aquel día decidimos "escapar" a los Países Bajos en bicicleta, desde Bélgica, con la buena intención de hacer "algo de ejercicio". Y, después de recorrer varios kilómetros de un camino que creíamos más "llevadero" (acabé por un suelo empantanado), llegamos a una costa de arena dorada y paisajes que no creí encontrar por este lado del mundo.

Caminé entre mares de lodo y me senté en los charcos de rocío y arena a contemplar el atardecer. Total... qué más daba... Ya me había caído de la bici y, siendo franca, la sensación no estuvo nada mal.

Un abrazo en la distancia...

(Seguirán videos por stories de Instagram)