He tenido la fortuna de vivir muchas puestas de sol en diferentes puntos del planeta, pero la puesta de sol en Venecia no tiene igual.

La ciudad del Amor no es sólo lugar de canales y góndolas, sino, también, de callejuelas estrechas en las que perderse. Y aquella tarde nos dispusimos a ello, a perdernos en sus callejuelas y ver lo que la ciudad tenía por ofrecernos. Así, sin guía en mano, libres de espíritu y actitud.


Terminamos caminando a lo largo del Paseo Marítimo de Castello, el lugar por excelencia para disfrutar de su puesta de sol. Con un helado como único compañero de ruta, llegamos a su fin y allí, sentados por el suelo, con la Basílica de Santi Giovanni e Paolo a nuestras espaldas, la más grande de Venecia, y los islotes adornando su horizonte, nos dejamos agasajar.

Es un espectáculo en sí mismo ver cómo la ciudad, con sus canales y edificios emblemáticos, se tiñe de tonos dorados, rojizos  y ocres, mientras se recortan a contraluz gente, góndolas, barcos y la silueta de la ciudad. Y si se hace a bordo de una góndola, en un romántico tour en el que sólo estés tú y esa persona amada, sabrás que estarás experimentando, sin duda, una de las experiencias más bellas de tu vida. 

A Dios gracias...

































Total Look: H&M
Bolso: El Potro
Zapatos: Zara 
Complementos: Colección Personal