Otoño en Venecia (I)

Había estado en Venecia muchos años atrás..., y regresaba con la esperanza puesta en ese viaje, como si de la primera vez se tratara.

Aquella vez, me había prometido a mí misma que volvería algún día, pero no imaginaba que sería de esa manera y en unas circunstancias totalmente diferentes. Es así... Sorpresas te da la vida...

Al llegar y tomar el vaporetto que nos llevaría hasta el hotel, me abordó una especie de incertidumbre que podría interpretarse casi como un miedo; miedo quizás a los recuerdos y a que ese viaje, lejos de placentero, se tornara en un periplo que no hiciera otra cosa que traerme mil imágenes del pasado, una tras otra.

Pero era necesario...

Sin embargo, pronto me di cuenta que no sería el caso. Él... y Venecia, con su encanto, tenían las habilidades necesarias para tomarte, abrazarte, envolverte y así convertir cada uno de los días que pases en ella en únicos.

Pareciera que nunca había estado allí...

Fruto de ese viaje, muchas fotografías que espero poder compartir con ustedes en varios artículos, pues el lugar bien lo merece.

Por otra parte y pese a tratarse del otoño con sus días un tanto grises, también gozamos de sol y buena temperatura. Esto y sus innumerables rincones mágicos de los que disfrutar en compañía del ser amado, harían de mi viaje a Venecia una experiencia que me marcaría de por vida.

A modo de comienzo, les muestro algunas instantáneas de uno de mis paseos por la zona de Rialto, en el Gran Canal y parada obligatoria para todo turista que quiera preciarse de haber visitado "la ciudad del Amor". En ella, su Puente de Rialto, el más antiguo de la ciudad, cobijando el paso de góndolas sin fin y restaurantes y tiendas abarrotadas por turistas venidos de cualquier punto del planeta, hacen que te des cuenta que estás en una de las ciudades más bellas del mundo y, por lo tanto, de las más solicitadas.

Aquel día, después de una mañana un tanto fría, salió el sol. Aquel día me compró un sombrero canotier propio de gondolero, con su cinta larga en raso color rojo. Ya tenía el canotier por excelencia.

- Te ves bellísima...

Y lo tenía a él conmigo, en Venecia.

Un abrazo en la distancia...