Con la actualidad política que nos está tocando vivir y cuando me topo con lugares como el que les presento en esta ocasión, es inevitable pararse, cuanto menos, a reflexionar.

Tengo la fortuna de vivir en un lugar que respira a historia por cada uno de sus costados. Y, pese a que actualmente se suele ver a Luxemburgo como ese pequeño país de Centro Europa, base de Instituciones Europeas, con la renta per cápita más alta de la Unión, olvidado muchas veces hasta en el mapa y con un todavía persistente secreto bancario que lo convierte en atractivo de bancos y "chorizos" de todo el globo, el Gran Ducado es mucho más que eso.


Luxemburgo, como decía, respira a historia por cada uno de sus costados. Invadido en más de una ocasión por los alemanes, ha logrado, a lo largo de los años, guardar su identidad como país.

Ejemplo de los avatares sufridos, esta estación de tren no lejos del Centro de Luxemburgo. Allí, una placa que cuelga en una de sus paredes no deja cabida al olvido. Más aún, recuerda que, fruto de la invasión nazi en 1940, es allí donde comenzaron, seguidas de muchas más, las deportaciones políticas.

No es mi intención ahora pararme a reflexionar sobre la actualidad política porque, entre otras cosas, no procede y no es el matiz que pretendo adquiera este blogg. Simplemente y, como en otras ocasiones, les traslado el pensamiento que rondó por mi cabeza al caminar por los rincones de la estacióny leer el mensaje de su placa:

¿No les parece que, aunque ya no estemos en los 40', no hemos cambiado tanto? 

Tensiones, guerras causadas por pobreza y que traen más pobreza aún, auténticas sangrías humanas, deportaciones políticas... 

Y, pese a que se suele decir que la historia está para eso, para no repetirla, pareciera no haberse aprendido de los errores el pasado.

Un abrazo en la distancia...





















































Camisa: Stradivarius
Minifalda: Coolcat
Abrigo: Zara
Medias: Calzedonia
Botines: Zara
Mariconera: Stradivarius
Accesorios: Colección Personal