Uno de los primeros dichos españoles que aprendí de muy pequeña es el de
"para presumir hay que sufrir", o lo que se suele decir en inglés
"vanity knows no pain".
Créanlo o no, "believe it or not", el sol está resplandeciendo en Europa como tal vez nunca lo hizo el verano ya pasado, lo que nos permite poder seguir disfrutando del otoño, de sus colores naranjas, amarillos y verdes, y si se trata en ciudades como Fráncfort, es ya de afortunados. Indescriptibles sus paseos de hojas caídas, a lo Yves Montand;el río Maine, Skyline de fondo, atravesando la ciudad y su Puente de Hierro conectando la parte antigua con el distrito financiero.
Este sol reinante en Europa fue lo que me empujó nuevamente a Fráncfort.
Quería volver a sentir el sabor a la Europa más moderna, a los otoños en sus
calles ocultas bajo las hojas que parecen negarse a morir y los colores
reflectantes en las fachadas de cristal de los edificios del Skyline.
Y como "vanity knows no pain", me decanté por un
monopiezapantacourt, negro, en ante, divino que encontré en Zara, acompañado de
esta camisa blanca, en seda y manga bishop, siempre inmersa en ese juego entre
la seducción y la elegancia.
Uno de los primeros lugares que quería visitar…, el Puente de Hierro del Río
Maine, construido entre 1868 y 1869 como un tercer puente, que cruza el Río
Maine, uniendo el centro de Fráncfort con la ciudad de Sachsenhausen. Los otros
dos puentes que cruzaban el Maine, hasta ese momento,
eran el antiguo AlteBrücke (Puente Viejo) y un puente de ferrocarril (hoy conocido
como Friedensbruecke o Puente de la Paz).
Es una zona muy concurrida, la situada entre el Puente del Ferrocarril y el
Puente de Hierro, puesto que ahí se localizan 13 de los más importantes museos
de la ciudad. Quizá por eso, el Puente de Hierro es atravesado diariamente por
cientos de viandantes, turistas y parejas enamoradas que llegan hasta él en
busca de la instantánea perfecto suvenir de viaje y de un huequecito donde poder colgar el candado que selle su amor y
muestra de que ese amor, al igual que el candado, sí permanecerá en el tiempo.
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