Aquel día mi madre me trajo un bolso denim y, poniéndolo en mis manos, me dijo: ¿Por qué no llevas hoy este bolso a la playa? Está de moda otra vez...

Era su bolso, el bolso de mi madre, el de toda la vida, el bolso que ella usaba cuando se trataba de ir a la playa y que, inevitablemente, traía atados consigo un sinfin de recuerdos que me transportaban a los veranos de los años 80.


Veranos a color nostalgia, en las playas de mi isla de La Palma. Veranos que sabían a mar, salitre, arena volcánica, "polos Tazacorte" y a galletas María con mantequilla o Nocilla. O veranos que olían a churros con azúcar y crema Nivea, mucha crema Nivea. Veranos de castillos de arena y sombrillas de todos los colores. O veranos que también pasaban entre cuadernillos Rubio y Verano Azul en la tele.

Y, como bien mi madre apuntaba, estaba de moda otra vez... El Denim, un tipo de tejido que ha estado presente en la historia de millones de personas, ya sea para sentirse cómodo o reflejar rebeldía o juventud,  en jornadas de trabajo o, combinados, en una ocasión a recordar, estaba ahora más que nunca de tendencia.


Al Denim puede considerársele el consentido del mundo de la moda. Datando su origen allá por 1873, cuando, tanto el alemán Levi Strauss como el sastre Jacob Davis, se percatan de la necesidad de crear unos pantalones para los mineros de San Francisco lo suficientemente fuertes como para resistir la rudeza del trabajo y el peso de las pepitas de oro en los bolsillos, deciden confeccionar un modelo utilizando el denim marrón de las carpas de Levi como tejido. Ya una vez patentado el modelo, nació el jean tal y como lo conocemos.

En un futuro, en la década de los 50, el jean se empezó a imponer como una prenda juvenil y poco después se consagra como un símbolo de juventud rebelde. Sólo faltaría que diseñadores como Yves Saint Laurent, Pierre Cardin o Kenzo la convirtieran en el fenómeno del mundo de la moda que constituye hoy en día.  

Tanto es así que, temporada tras temporada, no se sacia en el empeño de buscar nuevas siluetas y texturas que reinventen esta prenda indispensable en cualquier armario. Como pantalones o leggins, de pitillo, cortos, rotos o desgastados, en minifalda, cazadora o, porqué no, en forma de bolso, como el bolso que mi madre acababa de rescatar para mí.

Y, al mirar al horizonte, no pude evitar sentirme inmersa en uno de tantos veranos otra vez; en esta ocasión, en la Playa de Puerto Naos. Allí seguían las sombrillas en todos los colores, el susurro del mar, como si me quisiera hablar nuevamente y el bullicio de los niños de fondo, al igual que el olor a salitre y a churros con azúcar. 

Un abrazo en la distancia...



















Camiseta y Pantalón Corto: Zara
Bolso y Sombrero y Accesorios: Colección Personal