No formaba parte de mis planes sacar estas fotos a la luz, puesto que se trataba de instantáneas del álbum familiar, de uno de mis recientes paseos con mi familia por la Isla Bonita de La Palma.

Sin embargo y aunque no lo creáis, la muerte de la figura de Fidel Castro me llevó a ellas… El pasado fin de semana, cuando en los medios de comunicación se nos anunciaba la muerte del "Comandante", muchos son los recuerdos que vinieron a mi cabeza…


Me acordé de mil y una historias que mi padre me relataba de la Cuba del entonces, la Cuba todavía prolífera, a la que emigraban los canarios de la época en busca de un futuro mejor, como su abuelo… La emigración canaria a la isla caribeña fue tan importante que hoy en día es raro el canario que no tiene familiares en Cuba y menos raro aún el cubano que lleva un apellido guanche.

Tan cuantiosa fue la emigración que cabe decir que más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la Guerra de Independencia cubana. Y si Cuba fue el principal destino canario, esta realidad adquiere más fuerza cuando hacemos referencia al emigrante palmero.


También, como el abuelo de mi padre, muchos fueron los hombres que, dejando familia atrás, mujeres e hijos, se lanzaban a una mar en veleros sobrecargados allá por principios del siglo XX, registrándose hasta 128.000 los canarios que partieron en ese entonces. Posteriormente, la Segunda Guerra Mundial, que conlleva la caída del mercado del plátano, vuelve a activar los saldos migratorios convirtiéndose en "sangrías humanas" los viajes a Ultramar. Es entonces cuando nacieron los llamados veleros fantasmas, en los que se conglomeraban cientos de hombres hambrientos por alcanzar la Nueva Tierra Prometida.

Fue, sin duda, uno de los episodios más dramáticos de la historia de las islas, sobre todo, por las condiciones de la emigración canaria, bien diferente a la del común de los españoles. En lugar de llegar como colonos o soldados, los isleños, como se les conoce en Cuba, lo hicieron como mano de obra para las plantaciones de caña de azúcar.


Y es aquí donde enlazo esta parcela de la historia de mis ancestros con la conversación tan agradable que mantuve con la propietaria de una tienda muy coqueta en pleno centro de Los Llanos de Aridane, en La Palma. Ya de por sí el nombre del establecimiento me incitó a visitarla: "El mundo X montera". Me dije: Montera…, como ésos gorros con orejeras que usaban los antiguos canarios para resguardarse del frío en las labores del campo y que actualmente constituye parte importante del atuendo tradicional canario. Porque la montera para el canario no lleva nombre de tauromaquia, sino de esfuerzo, mucho esfuerzo y gotas de sudor por sacar una familia pa'lante. 

Una vez dentro de la tienda, el resto lo haría su colección exquisita e insólita. Me sedujo la originalidad de su género y terminó por cautivarme las mil y una anécdotas escondidas en cada una de las lonetas recicladas de los bolsos expuestos en sus estanterías.


Y así, sin proponérmelo, lo que en un principio se trataba de un sencillo paseo familiar pasó a convertirse en un agradable viaje en el tiempo, tomando como punto de partida los materiales de los que estaban hechos aquellos bolsos originales.

Tenía ante mis ojos lonetas recicladas y convertidas en uno de los principales objetos de deseo de la mujer, un bolso. Era conocedora de que podía estar ante piezas que, en un pasado, contaron con una vida bien diferente: transformadas en grandes sacos, exportaban el azúcar desde el Nuevo Mundo y, por qué no, Cuba, hasta un destino remoto.

- "Mi niña, no te asombres si ves los bolsos algo manchados o con marcas. Recuerda que estamos ante piezas únicas hechas con lonetas recicladas de una época pasada. Cada bolso es único", me dijo la propietaria del establecimiento.

Yo, consciente de ello, no salía de mi asombro y entré en el bucle peligroso de no saber cuál adquirir para que pasara a formar parte de mi colección. Ya inmersa en este bucle, tuve un pensamiento para esa Cuba que, con clientes como la antigua Unión Soviética y los países comunistas del Este de Europa y hasta nada menos que 1992, constituía el principal país exportador de azúcar del mundo. Así, de forma tan sencilla, casi sin mecanizar, en sacos de loneta como la de probablemente aquellos bolsos.

- "¡Ya lo tengo! ¡Me llevo éste, por lo significativo de su diseño!", expresé sin atisbo de duda.


Y salí de la tienda segura de que algún día muy pronto regresaría, porque, aunque Cuba ya no sea el principal exportador de azúcar del mundo y los canarios no sigamos emigrando como en el pasado, para muchos, entre los que me incluyo, sigue siendo tierra de mis ancestros, de gente noble y sencilla con corazón caliente y en la que la décima campesina, el punto cubano, las parrandas y el sol con promesas de un mundo mejor brillan más que nunca.  

Un abrazo en la distancia…







































Bolso: El mundo X montera. La Palma
Blusa: Zara 
Pantalón corto vaquero: Promod
Accesorios: Colección Personal