Todo comenzó con una varita mágica...
Mi hija y yo habíamos ido de vacaciones a Madrid, con una maleta cargada con planes a realizar y, ante todo, el deseo en el corazón de ver a "tío Esteban ". Habíamos soñado con ese viaje los últimos meses y por fin el momento llegaba...


Una vez allí, "tío Esteban" nos sorprendía con juegos, sorpresas y regalos mil, entre ellos, una visita a la Casa de La Bruja con varita mágica incluida. 

- Pero mamá, ¿existen las brujas?

¿Y qué respuesta se le puede dar a una niña de 7 años, que aún conserva en su interior su parcela del Mundo de Fantasía? ¿Me pertenecía a mí "cargarme" sus ilusiones, sus fantasías?

- No sé... Vamos a ver qué nos encontramos, Edén.

Me acordé entonces de una de mis obras favoritas de niñez, "La historia interminable" y de cómo la emperatriz rogaba a los niños que nunca dejaran de soñar, de tener ilusiones, porque de lo contrario estarían contribuyendo al fin de Fantasía.  Y de una cita que en una ocasión leí y me hizo reflexionar mucho, que decía algo así como que dejamos de ser niños para comenzar a ser adultos cuando, al avistar un charco, en vez de saltar en él, reparamos en lo empapados que vamos a quedar. Pensé en lo importante que es guardar esa faceta de niño por siempre, aún siendo ya adultos, pero que perviva en nuestros corazones. El rincón de los sueños mágicos, las ilusiones sin fin y esperanzas reconfortantes...

"Ojos de sapo, patas de rana, que siempre estés alegre toda la semana

🎃🎃🎃 Alas de murciélago, cola de lombriz, que  hoy y siempre seamos muy feliz

🎃🎃🎃 Cuernos de dragón, que tío Esteban te tiene en su  corazón

🎃🎃🎃 Escobita, escobita, que cada año estás más bonita".

Con estas palabras, hacía entrega "tío Esteban" de la varita mágica y nos informó que su amiga la Bruja nos estaba esperando...

A partir de ahí, un duende que nos condujo hasta la casa encantada de la bruja, un caserón antiguo y un tanto oscuro, sorpresas inesperadas, trucos de magia, una bruja acompañada de su amiga la lechuza, un hadita miedosa sobrevolando nuestra expectación, risas..., pero, sobre todo, niños ilusionados y felices.

Es por ello que este año, por Halloween, tocaba disfrazarse de bruja, aunque sea uno de los personajes más recurridos. Nosotras teníamos nuestro propio motivo. Nosotras sí que teníamos la varita mágica y conocíamos el mensaje de "tío Esteban ". Nosotras sí habíamos visto a una bruja...