La naturaleza nos ofrece paisajes únicos, piezas de arte en estado puro. Es arte en toda su esencia, por la belleza y singularidad de lo que se nos presenta ante nuestros ojos y por lo que nos transmite..., un confluir de sensaciones, ideas, recuerdos, sentimientos, pensamientos... Es la sinrazón,  capaz de sacar al exterior nuestro yo más olvidado, hundirnos, reflotarnos, revivirnos, asombrarnos, enternecernos, dejar que nos perdamos en el sueño más loco o la alegría más infantil; o sumergirnos en un estado de nirvana sin más.

El paisaje del Volcán de San Antonio, en la isla de La Palma, es arte en estado puro.  Se trata de uno de tantos volcanes que conforman el paisaje volcánico de la isla, pero también uno de los más singulares, y por lo tanto, visitados y admirados.  


Teniendo en cuenta que estamos ante una erupción que data de 1677, al llegar no nos encontramos con lo que entendemos por un paisaje típico volcánico, sino que el brote de pinos canariensis y flora volcánica varia en lo más profundo de su cráter es ya un hecho.

Y ahí me desplacé yo, ataviada, buscanfo el confort, con un look de lo más hippie setentero, y dispuesta, como tantas otras veces, a dejarme llevar... por la naturaleza y lo que ésta tenía por transmitirme...


Pude recorrer la cresta de este fantástico regalo de la vida y sentirme, como nunca, orgullosa del lugar del que provengo, la tierra que me vio nacer.


Ahí, sentada en la cúspide de la cresta, con el horizonte como meta y la costa del pueblo de Fuencaliente y la mar del Sur de mi Isla como paisaje, experimenté cómo hasta el ser más pequeño puede llegar a sentirse capaz de controlar el mundo; que no existe el término insignificante, que todo depende del ángulo del que se mire...


Y sentada en lo más alto, fueron inevitables las comparaciones; pensar cómo una erupción volcánica puede representar a la perfección las primeras sensaciones, el despertar del Amor; un amor en un inicio incipiente, cargado de vibraciones, altas temperaturas para irrumpir después con todo ímpetu y arrasando a su paso para dejar sólo eso, Amor...


También, inevitables las comparaciones entre la actividad volcánica y la manifestación de Amor más sublime, el acto sexual en sí, o cuando dos cuerpos se unen, perfectos, para no volverse a separar jamás... 
Así, el hombre, el volcán.  La mujer, la isla, la mar. El surgir del deseo, el estremecimiento de lo más profundo, el climax inevitable y ríos de lava recorriendo la geografía palmera y descansando en la mar... O la mar, juguetona, a veces salvaje, incitando al volcán a que gane terreno después, en la mar... Fusión entre ambos.

Un abrazo en la distancia...