Últimamente no me da el día para todo lo que tengo que hacer... Mi jornada, simplemente,  no tiene horas suficientes. 


Gabriël crece tan rápido... y, con ello, mi necesidad de guardar cada uno de sus gestos, de sus movimientos, ya no sólo en mi memoria,  sino, también,  porqué no, en álbumes.



Sin darme cuenta, se ha convertido en un niño que interactúa mucho con nosotros, juega a su manera,  sonríe, ríe... Y el otro día, echando una mirada a mi galería de fotos, reparé que ya no tiene que ver con el bebé que llenó mis brazos aquel día en el hospital.  Pensé que había cambiado tanto... Lo miré... Me invadió,  entonces,  una necesidad por volver a sacarle fotos y, con ello, inmortalizar esa carita tan linda que ahora tiene. 5 meses ya...

Pero, luego, ¿qué? ¿Qué hacer con tantas fotos, con tantos recuerdos?

Soy de las de "la vieja escuela", en lo que a esto se refiere. Me encanta sentarme en un buen sofá, sola o acompañada de amigos,  y recordar..., abrir álbumes y deleitarme en mis fotos. Es entonces cuando las anécdotas vividas te vienen a la cabeza y no pasan al olvido.

Muchos pensarán que soy un tanto, o un mucho, nostálgica. Tal vez sí. Yo podría pensar que son ellos los "demasiado pragmáticos, prácticos,  fríos..." La vida está hecha para vivirla, para amar y amarse, y vivir luego también de lo vivido... Dicho de otra manera y como se suele decir en mi tierra,  "al final, es eso lo que nos llevamos".

Pues en ésas me encuentro yo ahora... Entre biberones, pañales, álbumes,  fotografías,  risas, risas mil, planes de viaje (más fotografías a tomar) y fiestas.

Mi niña termina su año escolar y es el periodo de festejar su fin de curso, recogida de notas y hasta de celebrar su cumpleaños.

Y, a pesar del estrés que supone querer "estar en todas" y "a la altura", me encanta... Me encanta sentirme madre. Me encanta ver sus caritas de felicidad cuando disfrutan del evento organizado en su honor, cuando digo lo orgullosa que estoy por los buenos resultados, cuando abren sus regalos de cumpleaños o cuando derrochan felicidad en nuestros viajes.

Es por ello que, repito,  "quiero estar en todas y en todo", por mucho estrés que suponga la organización.


Mientras "me aclaro" entre tanto lío que me tengo, hoy comparto con ustedes unas instantáneas de uno de los lugares por los que suelo pasear mucho en Brujas. Se trata de La Plaza Mayor de Brujas o Grote Markt. Coloquialmente, se la suele llamar "Plaza del Mercado", haciendo alusión a sus orígenes.

Con simplemente echar un vistazo a nuestro alrededor, basta para recordar tiempos pasados en los que el Imperio Español dejó su huella por estos lares; época de mercaderes y comerciantes, en sus casas gremiales medievales de colores, en las que se vendía las mejores lanas de la ciudad, o en su Palacio de la Provincia (al fondo en las imágenes que siguen), antiguo edificio neogótico del siglo XIX y en el que se presumía de poseer los paños más finos.

A Brujas se le conocía en ese entonces como la Venecia del Norte. Navíos cargados de mercancías recorrían sus canales en una época de máximo esplendor artístico y áuge económico para la ciudad. No en vano, la Plaza Mayor de Brujas fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  Y no en vano, allí estaba yo, contemplando su belleza...

Un abrazo en la distancia...





















Total Look: PROMOD
Turbante y Cartera: PROMOD
Botines: Calzados Diez Madrid
Pulseras: Pandora