Hay lugares a los que siempre se regresa, por un motivo o por otro, pero siempre se regresa… Para mí es el caso de Trier, en Alemania. Ciertamente la cercanía contribuye, pero no…, no hay que engañarse, no es sólo eso…


Son lugares con una cierta simbología, que representan una etapa determinada de tu vida. Y Trier para mí, sin duda, representa el momento en el que dejé atrás todo lo mío, mi familia, mi gente, mi mundo…, para lanzarme a una experiencia en Centro Europa del todo desconocida para mí y pasar a formar parte ya de otro mundo…

Sin pensarlo dos veces, cogí la maleta y no miré atrás; estaba predestinada a ello…


Hoy, por los avatares de la vida, las razones que me empujaron en su momento a "Europa" ya no existen, pero, como se dice en "Casablanca", "siempre me quedará Trier…"

Trier, con sus casitas de arquitectura colorida y vigas de madera, sus monumentos romanos declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO y que la convierten en la ciudad más antigua de Alemania, sus callecitas empedradas y mercadillos por doquier; representa para mí el momento en el que dejé el rinconcito del  mundo que me había permitido estar alejada del "mundanal ruido" para pasar a entrar en contacto con una cultura y forma de ver la vida totalmente distinta a lo que yo había clasificado como "lógico y normal".


Y entré en contacto, también, con otro tipo de "paisajes", donde el mar ya no bañaba de salitre el suelo por el que pisaba…; con una arquitectura "singular" en la que las tejitas de barro doradas en hornos de toda la vida ya no conformaban tejados que colorean ambientes…

Entré en contacto con otro ritmo, horarios, otros idiomas, gentes, actividades, otro modo de entender el porqué de las cosas… Y comprendí que no hay que ir más allá ni discutirlo; hay que, simplemente, aceptarlo.


Llegar a la conclusión de que todos y cada uno de nosotros somos, nos definimos en base a las experiencias vividas; que las experiencias conforman la persona que se refleja en el espejo de las mañanas; que, una vez más, por esa caprichosa naturaleza de la raza humana, somos seres incapaces de anclarnos en un lugar o estado, que avanzamos, en un sentido u otro, pero avanzamos.

Y ésta soy yo hoy en día; sí…, en Trier ahora, que es ya parte de mí, de mi mundo, de mis vivencias y experiencias que conforman mi persona. ¿Y mañana? Mañana no sé qué, cómo, el porqué o dónde…, pero siempre… YO.




































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