Estando en casa y reflexionando sobre el próximo lugar a visitar, reparé que, en una gran parte de las ocasiones, nos dedicamos a hacer viajes y, en consecuencia, desplazamientos interminables para salir de la rutina durante, tal vez, unas horas, cuando contamos con lugares fantásticos "a la vuelta de la esquina" que bien merecen ser visitados. ¿No tenéis esta misma sensación?

En mi caso, en el país vecino de Alemania, uno de los rincones que guarda más encanto es, sin duda, el mundialmente conocido Meandro del Sarre o Gran Lazo Saar o, en alemán, Saarschleife. Localizado en el Estado de Sarre, se trata de un paraje mágico del país germano con un paisaje casi inigualable. Más concretamente, se trata de un valle transversal sobre el río Saar que, con el paso de los años, se ha convertido en uno de los destinos más importantes de todo el estado.

Para ser franca, salí de mi casa casi "a la aventura". Sabía que marcharía dirección Alemania pero no dónde terminaría. Había oído hablar y mucho de este rincón, pero "no las tenía todas conmigo", puesto que no estaba segura si llegaría a "dar con él" o, por el contrario, me perdería en mi alemán chapurreado para lograr dar con un sitio de nombre impronunciable.

Sin embargo, mapa en mano, mi sentido de la orientación no me falló esta vez. Ahí estaba yo, sobre la cresta del Saar. Me sentí, como pocas veces en mi vida, absorbida por la belleza de este lugar. Se trataba de un meandro creado entre el valle en sí y el río, formado por acantilados y gargantas de piedra.
El recorrido, en barco o, simplemente, a pie por uno de sus miles senderos, es ya una auténtica tradición y ha sido testigo, como escenario de fondo, de numerosas reuniones de carácter político por nuestros dirigentes, como es el caso del encuentro que tuvo lugar entre el expresidente francés Jacques Chirac y la canciller Alemana Ángela Merkel recientemente.

Les dejo, como siempre, unas imágenes prueba de esta experiencia. En cuento al outfit, si me preguntáis el porqué de la elección, ni yo misma podría decirlo. Quizá me apetecía estrenar esta falda imitación cuero de Zara y, suele ocurrir en la vida, una cosa llevó a la otra. Tenía claro que tenía que romper el corte clásico de la camisa (Promod) anudándola a la altura de la cintura y desabotonándola también en escote (por qué no), dejando asomar la camiseta lencera (Promod) en negro que daría armonía al look en cuanto a las botas y abrigo se refiere, también en negro. Las botas, nuevamente, de NandoMuzi, una de mis marcas favoritas, por no decir por la que más me estoy decantando últimamente. Y, finalmente, el abrigo, de Benetton. Teniendo en cuenta el clima por estos lares y que por ello un plumas suele ser un musthave, cuando lo tuve frente a mí me enamoró, por su corte original y juvenil que me permitiría marcar mi silueta. Sabía que no estaba ante un plumas sin más.   
El resto lo haría los inolvidables momentos vividos y que quedaron ya grabados en mi mente.